Alicia Sornosa "de paso" por Madrid
Parón en Madrid, del viaje, no de trabajo. Y el viernes a Lisboa, trabajo también y el día 5 de nuevo en marcha, retrasada, pero en marcha.
Y con el corazón un poco más roto; si, estas cosas pasan.
En los viajes el corazón se hace grande, absorbe lo bueno, se hace esponjoso, se nutre del cariño de los demás, de los gestos, de las risas y de las miradas. Y por eso y menos mal que se hace grande, puedes ir dejando trocitos por el camino.
Y de pronto un día vuelves a casa. Y se endurece y casi toma su tamaño normal. Ahora es más frágil, se araña, se raya y se puede romper si alguien lo golpea.
Y de nuevo quiero comenzar a rodar, a ver, a conocer, para que el mío se vuelva a hacer grande, a quedarse esponjoso para poder absorber la ayuda, las sonrisas y las risas, el cariño desinteresado y la nueva amistad.
Y así, grande y jugoso de nuevo, se curará.
Alicia Sornosa.
Alicia Sornosa: el dia que salí de Cali. (UFF!!)
En el Taller de Nando, apretamos la cadena y endurecimos la precarga de la direccción (ahora no llego casi al suelo, lo que me está dando problemillas).
En la primera gasolinera rellené el tanque y me dispuse a disfrutar de unas largas rectas entre campos de caña y maíz. Precioso, el sol lucía y en mi casco escuchaba a Radio Head. Pero antes de llegar a Popayán comenzaron a suceder cosas. Tal vez por que iba pensando en nada, tal vez por que no escuchaba un abejorro ensordecedor delante, o detrás. Tal vez … la cuestión es que de pronto la carretera estaba cortada, una larga hilera de autobuses uno detrás de otro esperaban pacientes a poder continuar por su carril, parecían elefantes atados de trompa a cola, gigantescos, impasibles, mientras las pequeñas motos como avispas zumbaban entre ellos, avanzando paralelas a la ristra de elefantes esperando su turno. Yo no iba a ser menos avispa, y aunque más bien parezco una abeja cargada de polen, subí la carretera al lado de los gigantes, varios kilómetros de atasco.
De pronto se confunden los que suben con los que bajan y la carretera se colapsa. No queda asfalto para continuar subiendo, pero miro a mi derecha y veo que el arcén de hierba está despejado. Ante la atónita mirada del vendedor de maíz asado, paso y acelero, en un momento estoy 300 metros por delante del tapón. Paro a preguntar qué es lo que está pasando: ” Los indigenas, que se quejan al gobierno han tapado la carretera atravesando unas mulas (camiones) y poniendo piedras para que no pasemos", me comenta un conductor de camión con brakets en los dientes y una divertida sonrisa; ahí nadie está enfadado. Pregunto si tienen razón, si esas tierras que reclaman los indios son de ellos…nadie me contesta con claridad, tienen miedo a decir lo que piensan.
Continúo entre los camiones, vendedores ambulantes que hacen de esta protesta su pequeño día de negocio.
"llevamos aquí desde las siete de la mañana (son las once), y no nos hemos movido aún, te vá a tocar esperar", me dice otro al paso lento de mi Descubierta.
Por fin y tras casi atropellar a unos cuantos despistados por el verde arcén, llego a primera línea donde un policía levanta la mano y me hace la señal de “pare”. Me miran con curiosidad y me preguntan que dónde voy. El enjambre de motos-avispa está deseando salir zumbando. Tras unos minutos, por fin, un policía se sube a otra de las avispas con una luz azul y dice que le sigamos. Comenzamos a subir el puerto esquivando hogueras y piedras, el poli no pasa de 60 km/h, todos estamos impacientes por adelantarle, miro por el retrovisor y los camiones-elefante se acercan poco a poco. Al rato, todos empiezan a adelantar al poli, yo: “donde fueres haz lo que vieres” y le dejo allí hasta que desaparece de mi espejo.
Cuando creo que ya ha terminado todo me encuentro de nuevo en otra “emboscada”: furgonetas blindadas del ejército, unas con una pala a modo de quita-nieves, otras llenas de soldados. Me vuelven a detener y me piden (de no muy buenos modos) que me orille. Yo refunfuño diciendo entre dientes que mi abeja cargada de polen no es tan fácil de mover como las nerviosas avispas. grrrr. Me echo a un lado y veo como trabaja la pala quita-nieves que se ha convertido en pala quita-piedras gigantes. Al rato, volvemos a salir. A los pocos metros, otro obstáculo más. Esta vez es un enorme trailer con las ruedas, las doce, pinchadas, entre un hueco y otro, consigo que con la ayuda de un policía, que mi moto pase sin atascarse. Le pregunto que si hay más barricadas, me dice que ésta era la última; al preguntar de nuevo por el tema estrella “las tierras que reclaman los indígenas” obtengo una sonrisa por respuesta.
Entre hogueras, piedras sueltas y barro seco continúo subiendo el puerto. Las casas de colores, los gallos y gallinas en el arcén, los campos de cultivo en escalera, el verde y las palemras me recuerdan a los puertos etíopes. De pronto un cartel que avisa que el firme no es muy firme, me pone en alerta, toca hacer off road, cada 300 metros el asfalto desaparece durante otros tantos metros. Otros, hay escalones invisibles que me hacen cerrar la boca de golpe, otros son agujeros profundos como pozos. Así, entretenida voy haciendo kilómetros.
Llego a Popayan y le digo a mi fiel GPS que me lleve a ver la catedral, pero está tan despistado como yo y me mete por un barrio humilde, con callejuelas con “topes” que cada vez que paso sobre ellos y oigo el “clon” del guarda-cárter me da una rabia.. Al final, una calle que según GPS tiene salida, está cortada. Tengo que dar la vuelta, aprovecho una rampa de azulejos y…plas! al suelo. Ahora con la suspensión más dura va muy bien, pero no llego al suelo y si hay una inclinación del suelo… Pido ayuda a unos muchachos que no me hacen ni caso y un señor de una casa, en calzoncillos, sale para ayudarme. Me dice que me vaya de ahí, que me pueden robar (ja! a quien se lleve mi moto sin caerse, le doy un premio, pienso descarada para mis adentros). He perdido mucho tiempo, ya no veo la catedral y me voy rumbo a Pasto.
Tras subir y bajar otros pequeños puertos llego a un peaje, Lo bueno de Colombia es que las motos no paga; lo malo, es que hay que pasar por un estrecho pasillo entre muretes. Ya lo veía yo viendo desde hace unos días y como hoy tengo el día tonto que echo de menos al abejorro veloz que me acompaña, voy escuchando a Rafio Head y estoy en fase de “tal vez”, pues me despisto y una de las maletas golpea a mi paso contra el muro , me atasco y se me cae la moto hacia la derecha. La pierna se queda atrapada, pero no mucho, gracias a mis maletas de SW-Motech que me montó 2TMoto, el hueco es suficiente para que no me aplaste. Pido ayuda a los de la garita del peaje que hacen caso omiso. Al final viene un chico hablando por el móvil, tranquilamente.
Oye, le digo, que tengo la pierna aplastada, ayuda hombre!; deja el móvil.
El viene tranquilo, cuelga, sonrie y me ayuda a desencajar la moto a la vez que me dice:
"despasio, que ahí se puede volver a dar usté".
Pues nada, continúo camino y veo como en una hora no queda sol. Me paran los militares tras una hora de curvas. Parece que por fin llegan las rectas, estoy en un llano, pero esto está alto (lo sé por los árboles).
-"De donde viene usté?
_De España_
_Cuánto tiempo lleva en la moto?
_Un año y dos meses_
_¿Va sola? He visto otras motos como ésta pero siempre varias juntas, nunca una mujer sola ... ¿No tiene miedo?
_Si, voy sola, no, no tengo miedo, ¿No están ustedes para protegerme en el camino? pues eso, de miedo nada.
El militar satisfecho por el cumplido me deja ir, no quiero que se me haga de noche, pero va a ser inevitable.
Y de nuevo comienzo a subir un puerto, la noche se abalanza unos minutos antes sobre el paisaje gracias a unas nubes negras que comienzan a descargar. Menos mal que llevo el traje de agua encima, que ya me lo imaginaba yo esto. Sigo escuchando a Radio Head (debo llevar mil veces escuchado este LP) sigo pensando en el abejorro que no aparece por ningún lado ya. Sigo con mis tal vez en la cabeza.
Subo, bajo, subo y bajo, curva cerrada a la derecha, a la izquierda, curva tipo rotonda, curva de tercera amplia…voy mirando el GPS que de ponto le dá por apagarse y encenderse solo. Mi media es de 40 km/h, adelanto a los camiones que durante unos segundos alumbran mi camino, está todo muy oscuro, presiento las enormes piedras que flanquean el camino. Veo unas luciérnagas ¿rojas?, no; son los ojos de un perro que pasa silbando a mi lado, ufff, no veo un pimiento y si voy más despacio, me caeré por falta de velocidad…aún me quedan 75 km de curvas, esto es inacabable.
Pero todo se puede complicar más, mucho más. Entro dentro de una nube. Lo que me faltaba, niebla.
Me pongo de pie y así veo mejor, curva, camión, curva, negrura y más curva. Algunas tienen pintada la linea amarilla en medio de la calzada, la cual sigo como un topo. Otras nada. A veces los camiones me alumbran, otras me deslumbran. La niebla me hace ser un topo (esto ya lo era antes) pero con cataratas. Así que yo, el topo con cataratas subida en una abeja con las patas llenas de polen, avanzamos lentamente hasta que por arte de magia, salimos de la nube. Una vez en tierra firme y ayudada por el reflejo en el suelo empapado de mi luz y de las reflectantes señales veo Pasto, al fondo, lleno de luces en una ladera al lado del volcán que aún está activo.
Pregunto la dirección a la que voy y el mensajero (que se saben todas las calles) se ofrece a que le siga. En unos minutos estoy delante de la casa de las personas que me acogen hoy.Ttengo que subir la moto a la rampa y ... pataplás, otra vez en el suelo, jajaja, han sido tres, hoy tres…pero creo que o me crecen las piernas, o esto es el comienzo de una nueva costumbre en mi: besar el suelo allá donde voy.
Alicia Sornosa nos resume su experiencia desde Méjico hasta Chile en este video
Alicia Sornosa continúa su vuelta al Mundo en su BMW F 650 GS y ahora nos envía este video resumen de la que ha sido hasta este momento la última etapa realizada.
Le hemos pedido que nos envie más videos pero dice que casi no tiene tiempo de editarlos pues no para de rodar. Además, añade, no hay muchos sitios que dispongan de Internet.
Pues adelante !! que ya te queda menos.
Desde el glaciar Perito Moreno, Alicia Sornosa
Alicia Sornosa ahora trata iguanas como a perritos.
De Bogotá a Cali
De Bogotá a Cali
ALICIA EN EL ESTRECHO DE MAGALLANES
Viaja a Marruecos con Alicia Sornosa, esta Semana Santa.
Alicia Sornosa desde México
Alicia Sornosa ha hecho un alto en el camino y ha pasado por España, pero vuelve ya a Colombia.
ALICIA SORNOSA: De Chile a Argentina en zig-zag
Por fin la aventurera se pone en marcha tras la caÌda sufrida hace diez dÌas en una bancada de arena del desierto de Atacama. Aún con el pie izquierdo hinchado, Alicia se puso las botas de montar y salió rumbo al sur. El primer tramo acompañada de otros españoles “Van dos en Moto” que viajan desde Lima a Ushuaia en sendas Yamahas Tenerés, con ellos y su amigo Andrés Pérez (Guía de motos en estos dos países) como asistencia, cruzaron el por el paso de Jama, pasando de estar de 37 grados a 1,5 grados y nevando en dos horas.
“De pronto se veía todo blanco, pensé que era la sal que llegaba hasta aquí, pero el frío nos advirtió de que era nieve. Luego niebla, viento y un descenso rápido de temperatura nos pusieron alerta. Además había un 4x4 que había dado dos vueltas de campana y fuimos a socorrerlos”
Tras el paso de Jama y la frontera con Argentina, nos dirigimos hacia el este para tomar la mítica Ruta 40. Aunque esta ruta está ya en su mayorÌa asfaltada, las fuertes tormentas hicieron que los ríos se desbordaran, teniendo que vadearlos a su encuentro. La viajera ha disfrutado de las pistas de off road que aún ofrece esta carretera. Más adelante en Salta, los viajeros se separaron ya que Alicia necesita reposo cada poco tiempo por la lesón en su pie.
“De llevarlo todo el día hacia abajo, se me hincha más y necesito parar en algún lugar para descansar, por otra parte, esto me está dando la oportunidad de conocer bonitos pueblos y la amabilidad de las gentes argentinas”
Hoy retoma rumbo al sur, para pasar por la capital de Chile, Santiago, previo paso por uno de los puertos más espectaculares, el de Aguas Negras, si los derrumbes por las lluvias no han tapado la carretera.
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